Fallece Osvaldo Virgil, el primer dominicano en jugar en las Grandes Ligas
MV NOTICIAS, SANTO DOMINGO.- Osvaldo ‘Ozzie’ Virgil, el primer dominicano en jugar en las Grandes Ligas, falleció este domingo a los 92 años en su pueblo natal de Montecristi.
La información sobre la muerte del pionero entre los dominicanos en el béisbol profesional estadounidense fue dada a conocer por el comisionado nacional de Béisbol de República Dominicana, el también exjugador Junior Noboa.
«Lamentamos el deceso de don Osvaldo Virgil, el pionero de los peloteros dominicanos en Grandes Ligas. Don Osvaldo falleció, pero su legado será indeleble, porque todo el dominicano lo llevará en su mente y corazón», expuso Noboa en sus redes sociales
Virgil abrió las puertas de Grandes Ligas a los dominicanos con su debut con los Gigantes de Nueva York, el 23 de septiembre de 1956, en un camino que inició con su llegada, desde la República Dominicana, a la ciudad estadounidense en el año 1947.
En su carrera de nueve años en las Grandes Ligas, Virgil jugó para los Gigantes de Nueva York (1956-57), Tigres de Detroit (1958, 1960-61), Atléticos de Kansas City (1961), Orioles de Baltimore (1962), Piratas de Pittsburgh (1965) y Gigantes de San Francisco (1966-1969), con quienes acumuló un promedio de bateo de .231 con 14 jonrones y 73 carreras remolcadas.
Virgil también fue el primer dominicano en dirigir en las Grandes Ligas, cuando en 1984 estuvo al frente de los Padres de San Diego.
Además de las Grandes Ligas, Virgil accionó en la Liga de Béisbol Profesional de la República Dominicana (Lidom), donde obtuvo el premio al Jugador Más Valioso en la temporada de 1956-57, en la que conquistó el liderato de bateo, al cifrar un promedio de .312, con los Leones del Escogido.
‘El Orégano’, como también conocido cariñosamente, también dirigió a los Leones, Águilas Cibaeñas y los Toros del Este en el béisbol dominicano, y en Venezuela estuvo al frente de los Tigres de Aragua, Tiburones de La Guaira y de los Cardenales de Lara.
Virgil fue reconocido como un amante del juego, que entregó parte de él a todo aquel que lo solicitó y tuvo la oportunidad de recibir sus enseñanzas.
«A mi padre no sólo le encantaba el juego, sino que también trabajó duro para alcanzar logros en el deporte. Mi padre abrió una puerta a cualquiera que quisiera jugar. Disfrutó enseñando a los jóvenes de la República Dominicana cuando esa oportunidad llegó a su puerta. Creo que les dio un poco de sí mismo», explicó Ruth Virgil, hija de Virgil, al ser entrevistada por EFE en mayo pasado, cuando su padre fue exaltado al Paseo de la Fama de El Bronx, Nueva York.